La carrera de mila kunis es perfecta para explicar las distintas fases
de una estrella ascendente. Su última película estrenada es Ted,
una comedia gamberra en la que comparte cartel con Mark Wahlberg y un
oso de peluche que responde por ese nombre. El personaje de Wahlberg
deseó de pequeño que este se hiciera real y así fue, aunque 25 años
después ambos han dejado atrás la inocencia. En el filme, que ha
encabezado la taquilla estadounidense, interpreta a la paciente novia
del maduro Peter Pan.
Pero lo importante es que tiene seis películas en distintos estados de
producción, un privilegio actualmente reservado a pocos actores. Jupiter Ascending, de los hermanos Wachowski; Oz, un mundo de fantasía, de Sam Raimi, junto a su amigo James Franco, y Blood Ties, del francés Guillaume Canet, con Marion Cotillard y Zoe Saldana (Avatar), son las más destacadas.
Todo comenzó cuando a los siete años manifestó a sus padres que quería
ser actriz. Lo hizo al poco de que la familia llegara a Los Ángeles,
emigrando de Ucrania, donde Kunis nació en 1983, en la ex URSS. Cinco
años después debutó en el show cómico de John Larroquette y tras el
obligado itinerario de serial en serial –de Walker Texas Ranger a Los vigilantes de la playa–, logró papel fijo en Aquellos maravillosos 70, al tiempo que unía su destino sentimental al del ya por entonces de capa caída Macaulay Culkin.
Cuando su noviazgo finalizó, hace dos años, ella ya se había hecho
respetar en el cine, gracias a comedias y títulos de ciencia ficción
como El libro de Eli, junto a Denzel Washington, o Max Payne, donde conoció a Wahlberg. Estuvo estupenda como chica sin prejuicios en la taquillera Paso de ti.
Después fue el Cisne negro en el filme que valió un Oscar a su
amiga Natalie Portman y a ella una candidatura al Globo de Oro, y
reventó las taquillas con Justin Timberlake en la picante Con derecho a roce.
Es evidente que esta actriz, que tiene un ojo verde y otro azul,
consolida cada día más su estatus de intérprete seductora y solvente.
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